miércoles, 29 de junio de 2016

Argentina: nuevas denuncias de graves problemas de salud debidos al uso de los pesticidas

Argentina: nuevas denuncias de graves problemas de salud debidos al uso de los pesticidas

Ángel Cano, el padre de Aixa, trabaja en un taller de fabricación de ladrillos situado cerca de su casa. Dice que las avionetas que rocían pesticidas pasan varias veces al día, aunque la frecuencia depende del estado del tiempo. 

“Hubo una reunión en Avia Terai en la que se acordó que los agricultores nos advertirían antes de rociar los productos químicos, para que nos diese tiempo a protegernos y también nuestra agua, pero nunca lo hicieron. Conocí a un tipo que cultivaba soja y utilizaba mucho Roundup, pero tuvo que dejarlo porque su piel comenzó a quemarse. Fue al médico y le dijo que tenía cáncer de piel”. (Todas las fotos de Jean-Jerome Destouches // Hans Lucas Studio / VICE News)

Por Jean-Jerome Destouches / news.vice.com

Los vecinos residentes en la localidad de Avia Terai, en la provincia argentina del Chaco, viven rodeados de cultivos de soja transgénica. Dicen que estos cultivos son pulverizados de manera regular con plaguicidas, lo que habría acarreado muchos problemas de salud en esta pequeña comunidad rural, más de los que serían de esperar normalmente.

Estas gentes han permitido al fotógrafo Jean-Jerome Destouches registrar con su cámara la vida cotidiana.

María del Carmen Seveso, médico de la ciudad de Sáenz Peña, a unos 20 kilómetros de Avia Terai, dice que no tiene ninguna duda de que los plaguicidas causan cáncer y otras graves enfermedades. También afirma que el número registrado de recién nacidos con enfermedades congénitas en el hospital en el que trabajaba pasó de 46 en 1998, época en la que comenzaron las fumigaciones con pesticidas en esta zona, a 186 en 2009.

Estas conclusiones se incluyeron en un Informe publicado por la Comisión Nacional de Salud, para cuya elaboración se entrevistó a 2000 personas residentes en la zona. Se encontró que el 31% de los entrevistados en Avia Terai informaban de algún familiar con cáncer en la última década. La cifra era de sólo el 3% en otro pueblo llamado Cheradai, lejos de los cultivos de soja.

El Dr. Damien Verzeñassi, de la Universidad de Rosario, dijo que el análisis inicial de los datos recogidos en un estudio que incluyó a 120.000 personas que viven en un radio de 1 kilómetro de los cultivos fumigados, apreciaba unas tasas de cáncer tres veces por encima del promedio nacional. Este estudio, agregó, todavía no se ha publicado.

Las autoridades de Argentina, por su parte, han dicho que se necesitan más estudios como estos para que se produzcan cambios en la política de cultivos. El país es uno de los mayores exportadores de aceite de soja y la Agricultura Industrial tiene un importante papel en la economía.

“No puedo decir cuántos documentos y estudios he leído, los documentales que he visto en contra de la Biotecnología, artículos en medios de comunicación, de Universidades, tanto de Argentina como de Gran Bretaña. Y la verdad, si usted lee todo le parece una especie de ensalada, donde todo resulta muy confuso”, dijo el ex Secretario de Agricultura Lorenzo Basso en una rueda de prensa del año 2013.

Los agricultores de la región del Chaco suelen recurrir a herbicidas que llevan glifosato en su composición, tales como Roundup, un herbicida producido por el gigante de la Agroindustria Monsanto.

La Empresa siempre ha insistido en que el glifosato es seguro si se maneja de manera adecuada. Monsanto tiene el respaldo de parte de la comunidad científica, así como de las Agencias de Regulación de todo el mundo. Entre ellas, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, que ha aprobado el uso de Roundup.

Sin embargo, la controversia sobre esta sustancia química se ha calentado en los últimos años, cuando su uso se ha vuelto muy común.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, se pronunció en marzo de 2015 diciendo que el glifosato es “probablemente cancerígeno”. Sin embargo, inmediatamente surgió la controversia, cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)publicó su evaluación del glifosato diciendo que “es poco probable que exista riesgo carcinógeno para los seres humanos”. Sin embargo, sólo se hacía referencia al consumo de los productos obtenidos de los cultivos rociados con este producto químico.

El glifosato ha vuelto a estar en el candelero a principios de este mes, cuando la Unión Europea se negó a tomar una decisión sobre la solicitud de nuevo permiso para el uso del herbicida, mientras no se realicen nuevos estudios por parte de la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Se espera una nueva votación en breve.


Silvia Ponce vive en Avia Terai con sus siete hijos en una casa que se encuentra a sólo 20 metros del cultivos rociados con glifosato, Ponce recuerda que una vez, cuando estaba embarazada de Aixa, que ahora tiene 9 años de edad, fue rociada directamente con los pesticidas y sintió que era algo asfixiante. Su bebé nació con el cuerpo cubierto de lunares con gran cantidad de pelo, algunos de los cuales han resultado ser cancerígenos y han tenido que extirpárselos mediante cirugía. Aixa también sufre de fiebres y se quema casi de inmediato si se expone al sol, que es algo difícil de evitar en una región donde las temperaturas alcanzan los 40º en verano. Ponce dice que otro niño de su barrio también tiene el mismo tipo de dolencia. “Me dijeron los médicos que su enfermedad de la piel podía deberse a los pesticidas rociados en los cultivos de soja y algodón. Sin embargo, demostrar esto al 100% es algo casi imposible”.


Muchos de los habitantes de Avia Terai no tienen agua corriente en sus viviendas. Así que recogen el agua del lluvia, a menudo de los canalones situados en los tejados. Esto puede provocar la ingestión de los pesticidas disueltos en agua después de la pulverización realizada con avionetas y que el viento lleva hasta la población.


La soja no es el único cultivo transgénico producido en Avia Terai. El algodón también se cultiva en grandes extensiones y se rocía de manera regular con glifosato. Un laboratorio cercano está especializado en el desarrollo de nuevas semillas de algodón.


Camila Verón nació hace 5 años con el síndrome de Lowe, lo que significa que sufre glaucoma, disfunción renal y discapacidades cognitivas. La madre de Camila, Silvia Achaval, dice que los primeros médicos que observaron a su hija le dijeron que no podían dar una explicación de por qué la niña sufría tal dolencia, pero sí me preguntaron si vivíamos cerca de los cultivos de soja. “Cuando me lo preguntaron entendí por qué mi hija estaba enferma”.

Los médicos de la Red Universitaria de Medio Ambiente y Salud estiman que 12 millones de argentinos se enfrentan a riesgos de salud derivados de la exposición a los pesticidas. “Cuando llegamos aquí nadie nos dijo que era peligroso para nuestra salud. Nuestros hijos juegan todos los días en los cultivos de soja y algodón”, dice Silvia Ponce.

Marisa Gutman dirige un centro en la cercana ciudad de Sáenz Peña, dedicado a la atención de los niños de Avia Terai con discapacidades y de otros pueblos de la zona, muchos de los cuales están rodeados de cultivos transgénicos fumigados con glifosato. “Muchos de los niños de nuestro centro sufren de severas enfermedades congénitas. Tienen múltiples discapacidades. Para nosotros, soja significa enfermedad”.

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